Corría 1990 cuando el Ejército se había llevado a Marín Mamani a Sanandita para que cumpliera su servicio militar. Su madre, Anastacia Lícito, que entonces vivía en Oruro, tuvo que cruzar todo el país y llegar hasta la frontera, en un ambiente, clima y hasta forma de hablar totalmente desconocidos para ella, con el fin de hacerle llegar al joven algo de ropa y provisiones de emergencia. Ella nunca imaginó que ese viaje representaría el inicio de una empresa de la que viviría ella y toda su familia.
Debido a que no disponía de muchos recursos para hacer nuevos viajes y viendo que había otras madres y padres de familia que buscaban también la forma de hacer llegar las cartas y encomiendas a sus hijos, a ella se le ocurrió que podría llevar también los paquetes para otros soldados a cambio de unos pesos.
Con el tiempo, esos viajes se hicieron costumbre y nació la empresa Licito, que nuestra emprendedora dirigió por los próximos 24 años (ahora tiene casi 70), y en la que participarían más de una docena de familiares, según explican actualmente su hija Dorka, que habitualmente atiende el mostrador, y su yerno Benedicto, asignado a la administración, aunque, al final, todos, tarde o temprano, incluyendo doña Anastacia, terminan haciendo también de “viajadores”.
Pero no todo fue sencillo. Al principio, cuenta la propietaria, había problemas porque mucha gente desconfiaba, preguntaban por ella, cuestionaban si había garantía de que todo llegue a su destino final. Ella defendía a capa y espada su honradez alegando su creencia en Dios. Con el tiempo, sin embargo, se hizo conocida por los soldados y padres de familia que le seguían pidiendo los encargos, incluso después de que Marín concluyera su servicio militar.
Como la mayor parte de los envíos eran Cochabamba-Sanandita, se trasladó al valle y alquiló un ambiente detrás del templo San Carlos, y se abrieron “sucursales” en La Paz y Oruro.
Pero la demanda para enviar encomiendas a otros cuarteles del país creció al punto de que tuvieron que incluirse aun más familiares y personas de confianza e incrementar los viajes a prácticamente todos los regimientos del país.
Así, actualmente hay lugares y épocas en las que se tienen que hacer hasta seis viajes por semana. Hay otros en los que el pedido es poco frecuente, pero se lo atiende igual. A todos estos lugares corren con la maletita de madera, alimentos que se pueden guardar (charque, tostados, pito, refrescos en polvo), medicinas de emergencia, ropa y dinero.
Según Benedicto, las épocas en que hay más pedidos son a principio de año, cuando los jóvenes comienzan la instrucción y los padres se preocupan de proveerles de todo lo urgente. Otras épocas altas son los días previos a desfiles, como el 6 de Agosto, y finalmente, cuando el conscripto, ya licenciado, debe regresar a casa. En estos últimos casos, los padres, más que ropa o alimentos, envían dinero.
Todo esto debe estar bien cuidado por los encomendados y devolver en caso de extravíos. Eso sí, sólo se devuelven aquellos bienes que hayan sido explícitamente declarados. “Hay personas que tienen la costumbre de incluir dinero dentro de las encomiendas. Si se pierde la encomienda nosotros no nos hacemos responsables del dinero, sólo de la encomienda”, explica Benedicto.
Así, Licito desde su puestito detrás del templo de San Carlos se ha constitudo no sólo en una empresa, sino también en una familia que acompaña al soldado.
LA EMPRESA
Envío de encomiendas
La tarea central de la empresa Licito es el envío de encomiendas a los soldados que cumplen servicio militar en cuarteles de otras ciudades del país. El cobro es por kilo y dependiendo del lugar. Por poner un ejemplo, a Ibibobo (Tarija), cuesta 8 bolivianos el kilo. A Guayaramerín (Beni) 15.
Fotografías
Un servicio añadido con el tiempo es la toma de fotografías del soldado, no sólo como garantía de que recibió su envío, sino también por el valor sentimental que dan los familiares. Los "viajadores" que toman contacto con el soldado llevan sus cámaras fotográficas.
Reclutamiento
Junto al mostrador de Licito, aparece colocado un letrero que dice "Se reclutan soldados". Licito colabora con este servicio de forma gratuita para apoyar a los aspirantes al servicio militar en sus trámites de inscripción o en su viaje hacia algún cuartel en otro lado del país. Este servicio es muy agradecido por los regimientos en estas épocas en que cada vez menos jóvenes cumplen el servicio militar.
Gajes del oficio
Ser “viajador” es una aventura que implica conocer no sólo otros lugares del país, sino también la dinámica de los regimientos. Pero también hay desafíos.
Los ladrones acechan cerca de las terminales (una vez les robaron 8.000 bolivianos).
La posibilidad de accidentes no está ausente: la señora Anastacia se rompió tres costillas cuando se volcó la flota en la que viajaba a Yapacaní hace seis años.
La encomienda ni siquiera está segura al llegar al cuartel, pues hubo muchos casos de soldados que se hicieron pasar por el destinatario, según cuenta Dorka. "Es que siempre hay vivos".
Por ello, al principio, quienes llevan las encomiendas toman contacto con los superiores militares para ir conociendo poco a poco a los soldados.
Por ello, para garantizar la entrega, no sólo está la firma del destinatario, sino también alguna fotografía del momento de la recepción.
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