En la última llamada que logró hacer la sargento Marianela Quispe a su madre, el día lunes por la tarde, le encargó el cuidado de sus dos hijos, pidiéndole que no realice ningún reclamo al Comando de la Fuerza Aérea de Bolivia (FAB) para que no empeore su situación. El defensor del Pueblo de El Alto, Luis Hidalgo, tomó conocimiento del caso e informó que realizará la investigación de un supuesto secuestro de Quispe y otros cinco sargentos de esa unidad militar, que habría ocurrido hace dos semanas.
Según Margarita Mata, madre de la sargento Quispe, el celular de su hija se encuentra apagado desde hace dos semanas pero ella la habría llamado el lunes a las 16.00 horas para preguntar sobre sus hijos pero no le informó dónde, en qué situación se encontraba ni cuándo retornaría.
EL DIARIO tuvo acceso a información que da cuenta que otros cinco uniformados de apellidos Quispe, Condori, Cocarico, Mamani y Quispe estarían confinados en el acantonado militar de la población de Santiago de Huachi, población perteneciente al municipio de Caranavi.
Los seis sargentos estarían siendo castigados bajo el supuesto de que uno de ellos habría insultado al presidente Evo Morales cuando su comitiva se retiraba de la Base Aérea. Según los datos, el personal de Inteligencia que acompaña a la comitiva presidencial identificó al uniformado que realizó el insulto.
Luego de esto, los seis uniformados fueron arrestados a la salida de su clase de idiomas y trasladados hasta esa población yungueña, donde están incomunicados. EL DIARIO consultó sobre este tema a los responsables de comunicación de la FAB, quienes se excusaron de afirmar o negar nada y solicitaron tiempo para dar un informe oficial.
Ayer en plaza Murillo, junto al asambleísta departamental Roberto de la Cruz, la madre de la sargento Quispe, entre sollozos, pidió que le devuelvan a su hija explicando que estaba delicada de salud y que no podía cuidar sola de sus nietos, de uno y otro de tres años, respectivamente.
Asimismo, se dio a conocer que suboficiales y sargentos de la FAB están siendo mal tratados, llegando al extremo de que les piden sus celulares para saber con quiénes hablan y, además, les han impedido realizar actividades deportivas.
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