La fuerza, el coraje, la confianza y el valor para vencer el miedo son los secretos que instructores y estudiantes del Segundo Curso de Paracaidismo Básico Militar para Sargentos y Voluntarios aplicaron para vivir la inolvidable experiencia de tocar el cielo y vencer el temor a la muerte.
Al menos 239 uniformados, 36 mujeres y 203 varones, de la Fuerza Aérea, la Armada Boliviana y el Ejército culminaron con éxito, lo que para ellos fue una aventura que jamás olvidarán y que volverían a repetir una y otra vez después de saltar, por primera vez, del avión Hércules C-130 a una distancia de 1.500 pies de altura.
El avión hace el reconocimiento del terreno, minutos después, en el cielo se divisan pequeños puntos de color que son observados con asombro y cierto temor por los familiares de los estudiantes que están a punto de graduarse como paracaidistas del Regimiento 18 de la Fuerza del Comando Aerotransportado Victoria, más conocido como Centro de Instrucción de Tropas Especiales (CITE).
“La experiencia es inexplicable, es una emoción que nunca sentí, es tocar el cielo con las manos, sentirte ave, ver a todos desde arriba. Todos tenemos miedo al saltar del avión, pero nos encomendamos a Dios para no tener ninguna lesión”, relató con emoción la sargento inicial de Intendencia, Íntima Yumi.
Asimismo, un integrante del Ejército de Bolivia, Víctor Centeno, sentado junto a su madre contó que antes de saltar “se para el corazón, invade un silencio inusual y se siente girar el cuerpo hasta tocar tierra”.
Este curso constituye un requisito indispensable para los militares recién graduados. Pero, previamente a su ingreso son sometidos a una evaluación física que deben aprobar para pasar a un periodo de formación teórica, entrenamiento diario y control en la alimentación.
El trabajo de preparación dura un mes, pero son tres días de saltos del avión para graduarse. “Lo importante es fortalecer sus piernas y tobillos porque la caída es fuerte”, recomendó el instructor de Infantería del CITE, Rubén Carvallo.
“Con valor, audacia y decisión siempre listos paracaidistas”, gritó el comandante del regimiento, Edwin Vega, e instó a los graduados a vencer los retos “porque las Fuerzas Armadas necesitan de personas nobles”.
El curso concluye con un pequeño acto en el que los estudiantes, junto a los instructores, son bautizados en un gran charco de agua y barro. Deben ch’allar su éxito tomando chicha en el casco que llevan puesto.
Con 51 años de vida, el CITE fue creado un 29 de septiembre de 1963 en la zona de La Chimba para formar paracaidistas militares para el Ejército y civiles para el salto libre. En mayo de 1998, por el terremoto en Aiquile y Totora apoyó con el descenso de 60 paracaidistas con vituallas y medicamentos para las familias afectadas.
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