Una voz de mando femenina exige orden y disciplina a los más de 80 premilitares de Compañía A del Batallón de Comando y Servicios VII que están en el patio de la Séptima División del Ejército. La instrucción no viene de una oficial, sino de la bailarina profesional Jhenny Mérida. Y lo que ordena no tiene que ver con manejo de armas ni estrategias militares, sino con la correcta coordinación de los pasos practicados para bailar “La Gozadera”, de Gente de Zona, en el Corso de Corsos de hoy
A pocas horas del evento central del Carnaval cochabambino, para más de 3 mil premilitares de la Guarnición en Cochabamba (Ejército, Fuerza Aérea y Armada Boliviana) hay solo una batalla que luchar: tener en punto sus coreografías y disfraces para asegurar la alegría del público, el beneplácito de sus instructores y la victoria en el concurso de comparsas militares
Eso explica el nerviosismo y la ansiedad que campea entre los más de 140 premilitares (entre hombres y mujeres) de las dos compañías del Batallón de Comando y Servicios VII. Aunque están listos para comenzar su último ensayo bajo un cielo afortunadamente encapotado, les preocupa aún no tener sus trajes. Los encomendaron a un confeccionista y debían ser entregados a las 14:30 de este viernes. Pero ha habido una demora. La Compañía A espera por sus disfraces de estilo árabe (inspirados en los personajes de Disney Aladín y Jasmín), mientras que la B aguarda por atuendos del videojuego Mortal Kombat. El de esta tarde será su primer ensayo con trajes. Vienen practicando sin ellos desde el 28 de enero, un día después del inicio de su servicio
A diferencia de lo que solía ocurrir hasta hace algunos años, los premilitares ya no confeccionan sus disfraces. Prefieren encargarlos y pagar voluntariamente por ellos para garantizar calidad y uniformidad. Así lo reconocen Mauricio Montaño (17) y Abdías Mamani (17), estudiantes de último curso del Colegio San Rafael, que esperan la llegada de sus atuendos de Scorpion, un ninja de Mortal Kombat
Cada uno de los premilitares paga por su disfraz 100 bolivianos, un monto al que se suman otros 45 bolivianos desatinados a cubrir la instrucción de una coreógrafa y el servicio de amplificación musical para las canciones que han practicado y bailarán a lo largo del recorrido del Corso
Los premilitares defienden el gasto porque creen que les permitirá estar en mejores condiciones para alazarse con el premio interno por el que pugnarán las 37 comparsas de unidades militares que ingresarán al Corso. El dinero está lejos de ser la principal preocupación de premilitares como Leydy Lima (16), futura bachiller del Liceo Elena Arze que ha venido a ensayar con guardapolvo blanco, chompa azul, medias blancas y zapatos negros, el uniforme colegial que no ha tenido tiempo de cambiarse. A ella lo que le emociona es perfeccionar las coreografías de su Compañía (A). Se confiesa una apasionada del baile, pero también de la instrucción militar, a la que ha accedido voluntariamente para honrar la inspiración de uno de sus bisabuelos que perteneció a la institución castrense.
El dinero tampoco aflige a Marisol Gonzales (17), una expremilitar que ya bailó el año pasado con el Batallón de Comando y Servicios VII y que hoy repetirá la experiencia para disfrutar una vez más del Corso.
CARRO Otra voz de mando femenina exige orden y disciplina. Esta vez sí corresponde a una militar: la Teniente Coronel DEM Vivian Rebeca Sánchez, que pide con firmeza a sus subordinados que cumplan su instrucción. Deben sostener una pequeña escalera para que la Reina y la Virreina de la Guarnición Militar de Cochabamba suban al carro alegórico que las conducirá hoy en el Corso de Corsos.
El carro está siendo ataviado con alambres y redes de lona verde por unos 25 uniformados, la mayoría soldados de servicio militar que, como Patrick Ferrufino (18), demuestran subordinación y constancia para cumplir con el Carnaval cochabambino.
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