Monday, September 19, 2016

La bonanza también sirvió para comprar armas

ENTRE 600 Y 800 MILLONES DE DÓLARES COSTARÁ LA RENOVACIÓN MILITAR QUE EL GOBIERNO BOLIVIANO EMPRENDIÓ DESDE HACE TRES AÑOS. CHINA, FRANCIA Y PROBABLEMENTE RUSIA, REEMPLAZAN COMO PROVEEDORES A EEUU
Era casi irremediable, tarde o temprano Bolivia iba a comprar armas. Por ello no sorprendieron demasiado los recurrentes anuncios de renovación de material bélico vertidos por las autoridades nacionales. El último constituye la firma de un acuerdo de cooperación militar entre Bolivia y Rusia protagonizada hace una semana por el ministro de Defensa Reymi Ferreira y su par ruso Sergei Shoigú en Moscú.
"Para nosotros es la posibilidad de tener alternativas de apoyo técnico militar independientes de la esfera de países que tradicionalmente han atentado contra nuestra soberanía". Comentó el ministro boliviano a la agencia RT acerca del nuevo convenio firmado con Rusia. Ferreira mencionó que Bolivia ha tenido en el pasado "una dependencia casi absoluta de fuentes de equipamientos militares de Estados Unidos". "Eso nos limita y nos ha limitado potencialmente".
El acuerdo abre posibilidades al suministro de diverso material y apoyo tecnológico, pero sobre todo ratifica la intención boliviana de potenciar sus FFAA. Y Al margen de cualquier justificación específica queda claro que tres factores confluyeron para que las autoridades asuman esta siempre polémica decisión: recursos económicos, condiciones y situación política de las FFAA.    
Y los tres factores coincidieron casi matemáticamente. En lo económico, Bolivia experimentó una bonanza sin precedentes durante la última década. En lo político, en ese periodo surgió un idilio entre el Gobierno de Evo Morales y las Fuerzas Armadas. Y a ello se añade que la última vez que el país adquirió equipo bélico, más allá de lo rutinario, fue en 1978, justo al final de otra época de bonanza.


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Los nuevos blindados chinos Tiger
Carlos López / Jóse Rocha
LA ÚLTIMA RENOVACIÓN BÉLICA
Así, durante los años 70, básicamente durante la dictadura de Hugo Bánzer Suárez (1971 – 1978) Bolivia realizó la última renovación general de armamento. Para entonces, la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) estrenó sus primeras escuadrillas de aviones caza a reacción. “Bolivia ingresa a la era del jet”, anunciaba Banzer en agosto de 1975 cuando se presentaron los primeros 3 aviones T-33 Mark III industria estadounidense. Luego se sumarían otras nueve aeronaves de ese modelo y una escuadrilla de los también norteamericanos Sabre F-86. En varios casos resultaron donaciones del gobierno de Venezuela.
Valga remarcar que ya para entonces tanto el F-86 como el T-33 eran modelos relativamente antiguos. El primero databa de la Guerra de Corea y el segundo constituía una remodelación de los primeros aviones a reacción construidos durante la Segunda Guerra Mundial. De todas maneras, sustituyeron a los aviones a hélice, como el Mustang P-51 (fabricado en EEUU), que hasta entonces representaban la vanguardia aérea boliviana. A ello se sumó la compra de naves de entrenamiento. Banzer además adquirió además un vetusto grupo de bombarderos B-25 Michel construidos para la Segunda Guerra Mundial. Una de esas naves adorna hoy una pequeña plazuela en Cochabamba. El conjunto se completaba con algunos helicópteros.
Con el tiempo, la FAB sólo fue reforzada a mediados de los años 80. EEUU prestó una escuadrilla de helicópteros Bell H1 para la lucha contra el narcotráfico y Francia donó 10 cazas T-33. Los primeros databan de la Guerra de Vietnam, los segundos de la década de los 50. Hasta 2010 sólo le sobrevivían 9 T-33 que en 1998 tuvieron que ser reacondicionados en Canadá.   


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Un caza K-8 Karakoroum chino
Los Tiempos
LLEGA LA CABALLERÍA AÉREA
En años recientes, Bolivia ingresó en una sostenida compra de aeronaves militares que, según se prevé continuará, por lo menos, hasta 2017. A fines de 2011, el Gobierno del MAS adquirió seis aviones caza de industria china, modelo K-8, a un costo de casi 60 millones de dólares. Según ha señalado el propio ministro de Defensa, Reymi Ferreira, Bolivia se apresta a comprar otros 20 aviones caza en los próximos meses. Algunos trascendidos adelantan que las ofertas mejor perfiladas constituyen un lote de aviones franceses Alpha Jet y otro de los argentinos Pampa IA-63. Son modelos que datan de los años 70 y 80, respectivamente. El ministro ha señalado que tiene ofertas de cinco países, entre ellos Rusia, China y Francia. El costo un Alpha Jet bordea los 7 millones de dólares.
Pero además, en tiempos de la “caballería aérea” la FAB se ha beneficiado con la mayor compra de helicópteros de su historia. El Gobierno del MAS ha dotado a la Fuerza Aérea de seis Súper Puma AS332 franceses, seis Harbin Z9 chinos, cuatro EC 145 franceses, entre los modelos más destacados. Baste citar que cada Súper Puma bordea un costo de 15 millones de dólares y cada Harbin cuesta casi 18 millones, mientras que los EC llegan a los 6 millones de la moneda estadounidense por unidad. Al margen de esos 16 helicópteros también se adquirió cerca de otra quincena de naves de este tipo pero de modelos menores.

BLINDADOS Y COHETES
El Ejército boliviano también fue ajeno a la renovación de material desde los años 70. Los últimos blindados que adquirió fueron 34 tanques austriacos Sk-105 Steyr y 26 tanquetas brasileñas Urutú y Cascabel. “Bolivia cuenta ya con sus primeros tanques”, señalaba en 1979 el general David Padilla al referirse a los SK. Llegaron al país un año después de la caída de Banzer, quien había gestionado la compra. Hasta entonces la vanguardia de los blindados bolivianos la constituían variados modelos de tanquetas con ruedas y los M-113. Estos últimos eran vehículos con orugas para transporte de tropas que habían llegado desde EEUU a principios de los 60.
También en los años 70 se renovó la fusilería boliviana. Bien se podría decir que se ingresó a la era de los fusiles automáticos, con los modelos FAL y SIG que relevaron a los antiquísimos y heroicos “máuser”. Precisamente, los FAL implicaron una donación con la que se dotó a las tropas que apuntalaron el golpe del propio Banzer en agosto de 1971.
Si algo más significativo se compró años después fue un lote de misiles chinos tierra – aire N4H4, en 1998, que derivó en un sonado escándalo el año 2005. Eran los “primeros misiles bolivianos”, pero en una extraña operación militar fueron entregados a EEUU semanas antes de la posesión de Evo Morales como presidente.
Este 29 de julio de 2016, el Gobierno de Evo Morales entregó 27 vehículos blindados de industria china modelo APC-ZFB Shianxing baooi. A ello sumó cuatro carros blindados antidisturbios. Se trata de una donación que, sin embargo, implicó una erogación de 7,7 millones de dólares a Bolivia. Adicionalmente, el ministro de Defensa, Reymi Ferreira, anunció en diversas oportunidades que se cotiza la compra de 40 mil fusiles de última generación. El costo promedio de los fusiles de avanzada es de 1.000 dólares. Ha trascendido además gestiones para la compra de otro lote de blindados y rampas lanzacohetes. En el último año, Ferreira ha firmado cartas de cooperación tanto con Argentina como el ya mencionado con Rusia.
A todo el material citado se suma la compra de un sistema de radares con el que se prevé articular el nuevo sistema de defensa. Se trata de 13 radares de la empresa francesa Thales cuyo costo asciende a 203 millones de dólares.
Distanciado de EEUU y, por lo tanto, de los fabricantes en los que ese país influye, Bolivia debido de acercarse a otros vendedores de armas y equipos militares. Por ello, las adquisiciones se han concentrado básicamente en China y, con cortapisas tecnológicas, Francia. Mientras que tras un frustrado acuerdo en 2009, Rusia se perfila como el tercer proveedor de armas a las Fuerzas Armadas bolivianas del siglo XXI.   


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Las distancias económicas y tecnológicas la sitúan a las FFAA bolivianas muy lejos de sus pares de Chile, Perú, Argentina y Brasil.
Los Tiempos
¿Y DÓNDE ES LA GUERRA?
Las propias declaraciones del Ministro Ferreira y las evidentes características del material que se ha adquirido o gestiona muestran que Bolivia se organiza básicamente para enfrentar dos tipos de enemigo: organizaciones delictivas, especialmente narcotráfico, y conflictos internos. Las distancias económicas y tecnológicas sitúan a las FFAA bolivianas muy lejos de sus pares de Chile, Perú, Argentina y Brasil, en proporciones de 22, 14, 20 y 45 a 1, respectivamente, según publicaciones especializadas como la Militar Balance o Nacla.
“Es, además, una renovación de armamento bastante matizada –señala el analista en temas de defensa Samuel Montaño-. Varios de los equipos aéreos, por ejemplo, han llegado no en su versión militar, sino de uso más utilitario. En el exterior son muy cuidadosos de entregar material bélico a Bolivia por diversos antecedentes, como el caso de los “misiles chinos” y las frecuentes “perdidas” de armas que acabaron en manos de grupos guerrilleros o delincuenciales en el exterior”.
El ministro de Defensa ha especificado además que uno de los objetivos de esta renovación apunta en especial a tener la capacidad de intercepción de aeronaves. Estas afirmaciones coinciden con los insistentes reclamos internacionales por los narcoaviones que despegan desde territorio boliviano hacia Brasil, Argentina, Perú y Paraguay.    
Y bajo esos matices, sin embargo, el nuevo potenciamiento militar boliviano, aunque tímido, representa un costo potencial de entre 600 y 800 millones de dólares. A ello se deben siempre agregar los gastos adicionales en funcionamiento, repuestos, capacitación, etc.
Un costo, por donde se lo vea, doloroso. Máxime en este tipo de material cuyo mejor destino es el que nunca sea usado y termine sus días en museos. Para mal de recuerdos, no sobra recordar los “estrenos” que tuvieron las armas en su tiempo renovadas o las que se hallan en puertas de jubilación. Los Mustang, por ejemplo, iniciaron la era de las dictaduras tras derrocar a Víctor Paz en 1964. Luego, se aplicaron en los bombardeos a campamentos mineros en 1967. Los M-113 impulsaron el golpe de Bánzer. Los T-33, los Urutú y los SK-105 protagonizaron desde la masacre de Todos Santos y el golpe de García Meza hasta la represión en octubre de 2003.
Pero bueno, en tiempos de idilio político militar, valdrá recordar las palabras del presidente Evo Morales en julio de 2015: “Tenemos que tener fuerzas armadas y no fuerzas desarmadas”. Sabrá por qué lo dijo. 
(Con datos de Militar Balance, Nacla, ABI, RT).

"Es, además, una renovación de armamento bastante matizada –señala el analista en temas de defensa Samuel Montaño-. Varios de los equipos aéreos, por ejemplo, han llegado no en su versión militar, sino de uso más utilitario."

"Distanciado de EEUU y, por lo tanto, de los fabricantes en los que ese país influye, Bolivia debido de acercarse a otros vendedores de armas y equipos militares. Por ello, las adquisiciones se han concentrado básicamente en China y, con cortapisas tecnológicas, Francia"


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