Frank Campero, el que hasta ayer fuera apoderado y abogado de Luis García Meza, confirmó que el exdictador mantuvo su sueldo de militar y nunca fue dado de baja de las Fuerzas Armadas.
“Todo se mantiene porque él jamás ha sido dado de baja, ha muerto como general porque ha pasado a la reserva pasiva y recién vino el juicio (por el golpe de Estado)”, afirmó el jurista. Asimismo, señaló que García Meza gozaba de otros beneficios al margen del salario como bonos militares y asistencia en COSSMIL, entre otros.
Esos beneficios se tradujeron por última vez ayer en su velorio, pues su cuerpo fue despedido en la iglesia castrense de Irpavi. Sus restos iban a ser cremados.
Estos últimos cinco años García Meza estuvo internado en el hospital de COSSMIL de forma indefinida, pues su abogado consiguió un recurso mediante el cual se aceptó que por motivos de salud el expresidente de facto debía ser asistido de forma constante en el nosocomio.
El fin de semana, Campero contó que cuando fue internado en COSSMIL la última vez, él en persona llegó hasta la cárcel de Chonchocoro a recoger las pertenencias de su cliente. A partir de 2013 no salió del hospital y nunca más volvió a estar preso.
No obstante, su prisión fue una de las mejores. En un operativo que se hizo en julio de 2013 se descubrió que García Meza tenía un espacio de detención más grande que las demás celdas. En él, el exdictador tenía un parrillero, una lavandería, se instaló un gimnasio, baño privado y obviamente su dormitorio.
En la carta que dejó a Bolivia, el exdictador refiere que todas las cosas que tenía en Chonchocoro fueron autorizadas por Régimen Penitenciario.
El fin de semana, la familia del fallecido dijo, a través de su abogado, que esperaba que las Fuerzas Armadas le rindan un homenaje, pero no hubo ninguno. Pero un comunicado del Ministerio de Defensa señala que no corresponde darle homenajes porque fue dado de baja.
“El general García Meza debería recibir los honores como general de las Fuerzas Armadas, dos veces comandante del Colegio Militar, comandante del Ejército, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas”, reclamó ayer el jurista y apoderado.
Contó que su defendido benefició a su institución con mejores sueldos, bonos y dio a la Policía Boliviana la posibilidad de que sus miembros lleguen al generalato. “Finalmente (debía ser homenajeado) por un poco de consideración de todo lo que él ha sido”, refirió Campero.
Quienes se acercaron a rendirle honores son sus camaradas y compañeros de curso. “Que quede en la historia que (los demás) no han sabido darle las gracias a quien hasta hoy día les ha dado un mejor sueldo para que puedan asistir a sus familias”.
En el documento de ocho páginas que firma García Meza luego de escribirlo, señala que su detención en Bolivia fue más política y que no tiene ningún delito por qué pagar en el país. “Yo no maté ni robé”, asegura.
Sin embargo, el fiscal Javier Flores informó que si bien la investigación por legitimización de ganancias ilícitas y enriquecimiento ilícito contra el exdictador se archivará, las pesquisas que se tienen activadas contra sus cuatro familiares continuarán. “Los hechos que investiga el Ministerio Público son a base de las personas, el fallecimiento de una de ellas no afecta al resto”.
Las cartas que dejó, para el pueblo boliviano y para su familia, ya fueron entregadas; pero aún falta algo por hacer público. Estos últimos años García Meza escribió sus memorias que fueron guardadas por su abogado, quien anunció que se encargará de organizarlas con fotos y con datos del fallecimiento de su cliente para publicar un libro.
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