Wednesday, August 10, 2016

Del Colegio Militar a las calles de Haití con los Cascos Azules

Durante ocho meses estuvo destinada en Haití, como parte de los Cascos Azules de las Naciones Unidas. Asimismo, tuvo la oportunidad de realizar varios cursos: el de andinismo en el Regimiento Tocopilla, en Curahuara de Carangas, Oruro; el de ranger en Challapata y el de cóndor satinador en Sanandita, Tarija.

La teniente Cecilia Tapia Santalla forma parte de la primera promoción de oficiales tras la reapertura del Colegio Militar para mujeres, en 2003. Egresó en 2007 con el grado de subteniente.

Eligió Artillería porque su padre pertenecía a esta Arma del Ejército y a ella siempre le llamó la atención esta unidad.

Cuando todavía era civil acudía a presenciar la demostración de disparos de obuses. Por eso, cuando tuvo la opción de elegir se decidió sin pensarlo dos veces por esta Arma.

“Lo bueno es que se trabaja en equipo para llevar todo el material y los proyectiles. Hay una gran colaboración”.

El Colegio Militar recibió a mujeres desde 1979, pero cerró sus puertas a las damas en 1985.

La teniente Tapia estuvo vinculada con el Ejército desde niña. Su padre fue oficial y por este motivo ella fue encariñándose con esta institución.

FUERZAS DE PAZ

Su primer destino fue el Regimiento de Artillería Camacho, en Oruro, donde era comandante de sección, como instructora de la tropa de los soldados. Estuvo también con las premilitares como instructora de tropa.

Tuvo la oportunidad de ir en el contingente de las Fuerzas de Paz a Haití, el año 2010, donde permaneció durante ocho meses. Para ella fue una experiencia enriquecedora, hizo guardia, acción cívica y trabajó por la comunidad.

Los militares bolivianos hacían guardia en los hospitales de la Argentina y Chile. Su tarea era evacuar a las personas afectadas y patrullaban en los tanques.

Tapia recuerda que en una oportunidad una mujer se acercó a su puesto de guardia para pedir ayuda. La lugareña era atacada por tres hombres, pero a ella le habían dado la instrucción de no intervenir sola.

Lo que hizo fue pedir apoyo por radio. La muchacha gritaba y la teniente sentía desesperación porque no podía intervenir. Llegó el auxilio y rescataron a la joven.

MADRE Y MILITAR

La teniente Tapia es madre de dos niños. Está casada con un militar. Contrajo nupcias en 2012.

El mayor de sus hijos tiene dos años y medio y la menor un año y dos meses.

Señala que es complicado cumplir sus dos roles, como militar y madre, pero es posible. En el Ejército, como sucede en otras instituciones, le permiten un horario de lactancia, pero de todos modos tiene que buscar otras alternativas. En su caso se consiguió una niñera y para cumplir sus guardias en la Séptima División pide el apoyo de su madre que llega de La Paz.

Tapia considera que todavía persiste el machismo en las Fuerzas Armadas, por el hecho de que se ha vuelto a ver a mujeres en el Ejército, después de muchos años.

“Al principio, a los hombres no les gustaba mucho la idea de ver a mujeres en las filas militares, pero con el tiempo se fueron acostumbrando”.

Apuntes

Su formación

Durante los cinco años que permaneció en el Colegio Militar, a ella y sus compañeras las mezclaron con los cadetes varones en todas las actividades. Solo estaban separados en el momento de dormir.

Las damas cadetes tenían en esa época, y ahora también, un pabellón aparte y baños exclusivos para ellas.

Instrucción

En todo el tiempo que permanecieron como cadetes pasaban instrucción junto con los varones, lo que permitía que haya más unión entre ellos.

Pero si bien hombres y mujeres realizan los mismos ejercicios, la calificación se hace en base a tablas que fueron proporcionadas por la Asociación de Deportes de La Paz.

Exigencia

En 2003 postularon aproximadamente 300 mujeres para ingresar al Colegio Militar, de las cuales aprobaron 90 para el curso vestibular.

Iniciaron el primer año 24 damas cadetes y se graduaron 12 en 2007.

Tapia señala que el primer año fue el más difícil porque el cambio de la vida civil a la militar era radical.

La exigencia en las diferentes actividades era la misma para hombres y mujeres, por lo que muchas de sus compañeras no resistieron.

La parte académica era igual de exigente. Si una de las cadetes reprobaba una materia o más era dada de baja inmediatamente.

Las mujeres rinden más que los varones

La teniente Cecilia Tapia Santalla considera que las mujeres premilitares se esfuerzan mucho más que los varones.

En su experiencia como instructora, Tapia observó que el hombre tiene más flojera para hacer trabajos físicos, por ejemplo limpiar un terreno que está lleno de arbustos o hacer guardia en la madrugada.

Su padre le dijo que ser militar era duro

Cuando la teniente Tapia decidió ingresar en el Colegio Militar, su padre, quien era oficial del Ejército, le advirtió que la vida militar era muy dura.

No obstante, su progenitor le compró un prospecto y la apoyó en su decisión.

Si sus hijos deciden optar por la carrera militar, ella piensa apoyarlos, si es su vocación.

2003 El Colmil reabre sus puertas para mujeres

El Colegio Militar “Gualberto Villarroel” admitió nuevamente a mujeres en sus filas el año 2003, tras 18 años de haber cerrado.

La primera promoción de la denominada segunda generación salió en 2007.

La Batalla de Aroma da lugar al Ejército

La creación del Ejército de Bolivia se remonta a la Batalla de Aroma, el 14 de noviembre de 1810, en la que se enfrentaron los guerrilleros de la independencia contra las tropas del ejército realista.

El Ejército se crea sobre la base de las tropas de guerrilleros de las diferentes republiquetas, especialmente la de Ayopaya.


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